Dice el Evangelio de San Juan: “(…) José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar.(…)”. Hoy hablaremos las personas que fueron los que descendieron el cuerpo de Jesús de la Cruz y lo pusieron en el Sepulcro: San Nicodemo y San José de Arimatea.
San Nicodemo
Nicodemo es el nombre de un judío que aparece en el Nuevo Testamento cristiano, importante por ser el protagonista de un profundo diálogo con Jesucristo. En la Iglesia católica lo rememora el 31 de agosto.
Breve Biografía
Según el evangelio de san Juan, Nicodemo era un rico fariseo, maestro en Israel y miembro del Sanedrín. De él, añade que era «principal entre los judíos». Este hecho hace que sea muy apreciado entre los cristianos pues Nicodemo, al igual que Pablo de Tarso o José de Arimatea, representan al sabio judío versado en la Ley que reconoce en Jesús al Mesías y se hace su discípulo. Suponen por tanto un espaldarazo a favor del cristianismo.
Al igual que ocurre con Lázaro, Nicodemo no pertenece a la tradición de los evangelios sinópticos y sólo es mencionado por Juan, que le dedica más de la mitad del capítulo 3 de su evangelio, unos versículos del capítulo 7 y una mención última en el capítulo 19. Nicodemo es, por lo tanto, un personaje «transversal» a todo el evangelio en el sentido de que está siempre presente, pero sin asumir un protagonismo destacado.
La primera vez que aparece Nicodemo es, según narra el evangelista, para encontrarse con Jesús «de noche» intrigado por los milagros realizados por Jesús: “Sabemos que has venido como maestro de parte de Dios, pues nadie puede hacer los milagros que haces si Dios no está con él.” (Jn 3, 2)
A continuación Jesús sostiene una conversación con Nicodemo sobre el sentido del volver a nacer y menciona el «reino de los cielos» (rarísima en los textos joánicos) Jesús se sorprende al ver que «un maestro en Israel» no entiende el discurso sobre el renacer en el espíritu.
Luego, en el consejo de «príncipes de los sacerdotes y fariseos» (cf. Jn 7, 45 y ss.), Nicodemo defiende a Jesús explicando a sus compañeros que han de oír e investigar antes de hacer un juicio definitivo. La pregunta que le hacen puede dar a entender que Nicodemo era galileo o ser una ironía de sus compañeros: “¿También tú eres galileo? Investiga y verás que de Galilea no salen profetas.” (Jn 7, 52)
Sus apariciones en la Pasión
Nicodemo, según los evangelios sinópticos, únicamente aparece a la hora de sepultar a Jesús, Nicodemo se hace presente para colaborar generosamente con cien libras de mirra y áloe –más de 30 kilogramos– (cf. Jn 19, 39) para el embalsamamiento según la costumbre judía. Dado que los demás evangelios no proporcionan más datos sobre Nicodemo, esos son los únicos datos canónicos, por así decir, con que se cuenta.
Hay un evangelio aprócifo, el Evangelio de Nicodemo, que narra el proceso de Jesús desde, según se creía, el punto de vista del fariseo. Se trata de un texto de carácter gnóstico egipcio que incluso fue considerado herético por algunos Padres de la Iglesia. En él se trata con bastante suavidad a Poncio Pilato –inocente y obligado por las circunstancias a condenar a Jesús para «cumplir las escrituras»– haciendo cargar toda la responsabilidad de la ejecución de Jesús en los jerarcas judíos.
San Nicodemo en la Semana Santa de Zaragoza
Actualmente únicamente se puede observar a San Nicodemo en un pasos de nuestra Semana Santa. Se tratan del paso del Descendimiento de la Cofradía del mismo nombre donde aparece subido a una escalera recogiendo el cuerpo de Cristo. Además podría representarse en un hipotético paso que representase la segunda el traslado del cuerpo de Cristo al Sepulcro.
San José de Arimatea
José de Arimatea, personaje bíblico que según la tradición cristiana era el propietario del sepulcro en el cual fue depositado el cuerpo de Jesús después de la crucifixión.
Otras tradiciones le atribuyen el traslado del Sudario, el Santo Grial y otras reliquias desde la ciudad de Jerusalén a otros sitios en la cuenca del Mediterráneo. Su festividad en el santoral católico se celebra el 17 de marzo.
Breve Biografía
José de Arimatea era miembro del Sanedrín, el tribunal supremo de los judíos, y decurión del Imperio Romano, una especie de ministro, encargado de las explotaciones de plomo y estaño. Un «hombre rico» según San Mateo; un hombre «ilustre» según San Marcos; «persona buena y honrada» según San Lucas; «...que era discípulo de Jesús» según San Mateo, «pero clandestino por miedo a las autoridades judías», según San Juan.
Según la leyenda, también recogió la sangre de Cristo con el Santo Grial, en el Gólgota (en hebreo GOLGOT: «cráneo» o «calavera»), lugar donde éste fue crucificado; aunque otra versión, en los evangelios apócrifos, indica que la sangre la recogió en el propio sepulcro. Estos evangelios también señalan que el lugar donde se realizara la última cena era propiedad de José de Arimatea.
Tras la resurrección de Jesús, José fue encarcelado, acusado por los judíos de haber sustraído el cuerpo de su sepulcro. Se le encerró en una torre, donde recibió la visión de Cristo Resucitado y la revelación del Misterio del que el Santo Grial es símbolo. «Tú custodiarás el Grial y después de ti aquellos que tú designarás», habrían sido las palabras de Jesús.
Después de ser liberado, y debido a la persecución de los judíos en Jerusalén, un grupo de cristianos embarcó en uno de los barcos de José y navegaron hasta las costas de Francia en el Mediterráneo. Acompañaban a José, entre otros, María Magdalena, Marta, María Salomé (madre de los apóstoles Juan y Santiago), María Jacobé (madre de los apóstoles Santiago el Menor y Judas Tadeo), Marcial y Lázaro. Se convirtieron en los primeros evangelizadores de la zona.
En el año 63, José de Arimatea se trasladó a las islas británicas, estableciéndose en la ciudad de Glastonbury, donde fundó la primera iglesia británica consagrada a la Virgen y adonde, según leyendas de la Edad Media, llevó el Santo Grial.
Sus apariciones en la Pasión
Lo cierto es que los cuatro evangelistas coinciden en contar el mismo episodio donde intervino San José de Arimatea. Jesús acaba de morir en la cruz, Pedro renegó de él por tres veces en público, los apóstoles se dispersan, pero este hombre solicita al procurador romano Poncio Pilatos que le permita dar sepultura al cuerpo de Jesús. Con la ayuda de Nicodemo, desclava el cuerpo de la cruz y lo sepulta en su propia tumba, un sepulcro nuevo, recién excavado en la roca, donde se encuentra la basílica del Santo Sepulcro. Lo envolvieron en lienzos de lino y lo colocaron en la tumba con una gran piedra en la entrada. Por esto, la tradición cristiana lo tiene como patrono de embalsamadores y sepultureros.
San José de Arimatea en la Semana Santa de Zaragoza
Actualmente está representada en un solo paso de Semana Santa que recorren nuestras calles zaragozanas. Se trata del paso del Descendimiento de la Cofradía del mismo nombre en el que subido a una escalera sujeta el cuerpo de Jesús mientras lo descienden. La imagen de José de Arimatea estaba presente en el proyecto de paso misterio de la Cofradía de la Humildad, pero parece que finalmente no será así. Además podría representarse en un hipotético paso que representase la segunda el traslado del cuerpo de Cristo al Sepulcro.
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