La imagen de María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, conocida popularmente como la Virgen Blanca, abandono por un día su hornacina habitual y fue situada a los pies de su hijo en el centro de la capilla.
La Virgen fue presentada a los fieles con el brazo derecho extendido y la mano apoyado en un reclinatorio de una manera cariñosa e impactante, permitiendo a los fieles venerar la imagen y besar su mano.
La capilla estaba decorada con numerosas flores blancas, así como por una exquisita iluminación a bases de varios candelabros y focos.
Fotos de Jorge Sesé
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