domingo, 8 de diciembre de 2013

Zaragoza y la Inmaculada Concepción

Inmaculada de Francisco Bayeu
del Museo Diocesano de Zaragoza
El dogma de la Inmaculada Concepción de María sostiene que la Madre de Jesús, a diferencia del resto de seres humanos, fue concebida sin pecado original. Aunque esta creencia fue definida como dogma solamente en 1854, fue ardientemente defendida por amplios sectores desde siglos atrás y también contestada por tantos otros, lo que dio lugar a enconados enfrentamientos y guerras de panfletos y sermones que hoy nos parecen ya lejanos en el tiempo.

Zaragoza, como en general los reinos de España, fue una ciudad inmaculadista, cuya población e instituciones defendieron tempranamente la creencia en la Concepción Pura y Limpia de María. Desde 1378 la diócesis de Zaragoza celebraba el día de la Inmaculada Concepción de María como fiesta de precepto, como recogen las actas de un sínodo diocesano reunido ese año bajo la autoridad del arzobispo Lope Fernández de Luna, en que se determinó que esta fiesta “sea celebrada, honrada y observada absteniéndose de todo trabajo servil y cotidiano”. También al final de la Edad Media, diversos reyes y reinas de Aragón, como Juan I, Martín I, María de Castilla o Juan II, emitieron privilegios en defensa de la Inmaculada.

El fervor hacia la Inmaculada Concepción de María se acrecentó en el siglo XVII. Diversas instituciones de la ciudad hicieron entonces voto, como en otras ciudades españolas, de defender la Concepción sin mancha de la Virgen María. La Universidad hizo juramento el 12 de octubre de 1617 y dos años después, en 1619, el Cabildo Catedralicio y la Ciudad. Hay también constancia de que pocos años antes, a comienzos del siglo XVII, recorría las calles de la ciudad una procesión de la Inmaculada que salía del desaparecido Colegio de las Vírgenes, edificio que servía de retiro para damas de la baja nobleza que se encontraba en la actual calle de las Vírgenes, en el Casco Histórico zaragozano. Desgraciadamente, nada sabemos de la imagen que se sacaría en procesión.

En el siglo XVIII sabemos también de varias cofradías zaragozanas, ya desaparecidas, establecidas bajo la advocación de la Inmaculada Concepción: la cofradía del gremio de pasteleros, sita en el convento del Carmen; la cofradía de cedaceros, con sede en el convento de San Francisco; la cofradía de Nuestra Señora en su Concepción Purísima, en el convento de Mínimos de la Victoria; y la cofradía de la Purísima Concepción y de las Santas Justa y Rufina, en el Hospital de Peregrinos de Zaragoza. Cabe recordar que la Inmaculada Concepción es patrona de otra cofradía zaragozana afortunadamente vigente, la Santa Hermandad del Refugio, fundada en 1640.

Un paseo por Zaragoza muestra todavía el hondo impacto que la devoción a la Inmaculada ha dejado en nuestra ciudad. La Cartuja Baja, fundada en 1634 a unos 6 km de Zaragoza, estuvo bajo la invocación de la Concepción de María y sus restos barrocos forman parte del actual barrio de la Cartuja. También la espectacular iglesia de San Carlos Borromeo (antiguo Colegio de la Inmaculada Concepción de la Compañía de Jesús) estuvo en origen bajo esta advocación y la imagen de la Inmaculada preside su magnífico retablo mayor (1723-1725). Por último, cabe destacar las exquisitas esculturas de la Inmaculada atribuidas a Carlos Salas conservadas en las iglesias de San Miguel y San Cayetano (hacia 1770) y el estupendo lienzo que Francisco Bayeu, extraordinario pintor y cuñado de Francisco de Goya, ejecutó para la capilla del palacio arzobispal con este tema (1758), una tela rococó que hoy se conserva en el Museo Diocesano de Zaragoza.

por Antonio Olmo Gracia

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